Me lleva el ánimo a decir las mutadas formas A nuevos cuerpos: dioses, estas empresas mías -pues vosotros los mutasteis- Aspirad, y, desde el primer origen del cosmos Hasta mis tiempos, perpetuo desarrollad mi poema.

Ovidio (43a.C. – 17 d.C.), Metamorfosis

Transformaciones
Brigitte von Savigny

 

Líneas, semillas, frutos, flores y hojas son deformaciones plásticas decentes, en las que se llevan a cabo transmutaciones y correspondencias. En tanto series son susceptibles de una apreciación no exclusivamente óptica. La propuesta artística de Herta Seibt de Zinser lleva a una concepción de escultura, en la cual lo perceptible con los sentidos constituye sólo un aspecto de una intención artística de mucha mayor envergadura. Al pensamiento e impulso se ha adjudicado en la obra escultórica un significado central: la materialidad física debe hacer experimentables los factores de fuerza y de calor, las relaciones humanas y las estructuras sociales, la vida. La operación escultórica primaria, aquella combinación de tubos de fierro deformados por efecto del calor, también significa la reconstrución de una totalidad perdida. Cada una de estas piezas surge en un proceso de exploración de equivalencias formales y arquitectónicas.

Herta Seibt de Zinser muestra en total cinco etapas de su producción, de las cuales la serie Líneas surgió a finales de los años noventa, emparentada estilísticamente a los geoglifos de la cultura nazca, aquellos dibujos lineares cavados en la tierra, que fueron descubiertos al sur de Lima en 1926. Como juego plástico de líneas introducido directamente en el espacio flexible, Líneas constituye el punto de partida de composiciones grupales posteriores, que se presentan en la nave polivalente de la antigua compañía de electricidad de Friburgo de Brisgovia, más conocida como “E-Werk”, y que son una síntesis del trabajo de la artista desde su retorno del Perú en 2004 tras una estadía de varios años en su país de origen. Las composiciones del lineamiento de las series son completamente distintas entre sí y requieren una percepción diferenciada de parte del espectador.
Mientras que las Líneas son claros trazos de rectas y ángulos, las series siguientes se abren a amplias espirales curvas. La fuente de inspiración de las Semillas y Frutos es la taxia, el cambio de un organismo como respuesta a un estímulo ambiental.[1] La artista sondea atenta la multiplicidad de capas y la ininterrumpida capacidad de transformación de las cosas, la imprevisibilidad de sus manifestaciones. Es la mirada escudriñadora la que ha de profundizar y concentrarse en la forma, el lenguaje y el silencio. En función de la relación proporcional con el espacio, dependiendo del lugar en que se sitúa el observador, de su punto de vista, va reflejándose poco a poco una luz sobre la totalidad de la composición. La tensión que se produce en tal proceso abre perspectivas a la instalación espacial y subraya adicionalmente la compleja ampliación de la obra en tanto pone al descubierto energías dinámicas en un juego dialogado de variabilidad y balance de las líneas, ángulos y arcos -en los cuales se ha señalado el peso-, y superficies delanteras y traseras, cuyos contornos se han trazado.

Impresionan las diagonales de trazo caligráfico con las cuales las “figuras” se topan con sus propios límites. Y simultáneamente hay líneas comunicantes que permiten rebasar virtualmente el ímpetu de las barras torcidas por encima de todos los límites. Los movimientos se entrecruzan, los atados de líneas se cierran el paso unas a otras o se interceptan. En algunas zonas, el ojo palpa tanto de un lado a otro como de arriba abajo una confusión de líneas y superficies, de modo que está obligado a captar el mundo vivencial en su esencia como un todo. Los gestos de energía danzante, captada y ampliada por la luz y el espacio, adoptan de manera espontánea formas explosivamente ágiles, fuerzas interiores. Tanto más, en cuanto nosotros los receptores caminamos rodeando el espacio y los surcos aparentemente controvertidos, y otorgamos un nuevo orden a los trechos de superficie asentados y a las arqueadas líneas de fierro.

Una actuación de danza -lo ha demostrado la artista peruana Mirella Carbone- abre proporciones completamente nuevas, cuando concibe la acrobacia coreográfica, las figuras plásticas, ora como algo estático, ora como formas y puntos de apoyo de una metamorfosis. Es así como consigue realizar nuevos movimientos expresivos en la obra tridimensional y transmitírselos al observador, que comprende esos ritmos y mensajes dibujados. A menudo se tiene la sensación de que quisiera ofrecer el conocimiento de su propia relación espacial a quienes han perdido la paciencia para saber estarse quietos.

Las esculturas de Herta Seibt de Zinser avanzan en este sentido hacia un punto fronterizo, en el cual desarrollan vida propia. La escultora inventa combinaciones, cuya intención está condicionada. Pero tal progresión no es obra de la casualidad, sino de la artista, cuya posibilidad expresiva la ha llevado a hacer realidad un máximo de comunicatividad. Lleva a cabo una decidida reflexión sobre el permanente espacio ambiental. Al igual que en una partitura, alterna tempo, staccato, alegro. Ocasionalmente introduce una improvisación, le confiere al dibujo plástico un cambio fugaz… Guiada por la filosofía china, según la cual el ser humano debe encuadrarse en la armonía del mundo (tao), la vida brota de las transformaciones plásticas y se extiende fluidamente sobre el suelo.

La calidad de la superficie metálica, que mantiene su aspereza, responde a una severa disposición creativa. Aun así, el rico espectro de grises, según cómo caiga la luz, que abarca desde el grafito claro hasta un antracita casi negro, subraya el carácter neutro de la línea metálica, es decir, el orden formal contrapuesto al caos sin forma, el frío metal en contraste con la levedad del espacio. En las nuevas series, la sustancia orgánica del hierro se ve acentuada por un efecto de tonalidad terroso-óxido e irregularidades conscientemente toleradas.

Y de nuevo la presentación de los segmentos aislados en su relación al grupo que conforman desempeña un papel decisivo. Como un pie de imprenta, su efecto es dinámico, ya sea en tanto metáfora de una comunidad contradictoria o justamente como la curva de movimiento en el campo de tensiones aquí armado, siempre en busca de su aspecto transformable.
Pero con cada obra nueva surgen nuevos matices, tal como se han desarrollado simultáneamente en las últimas series de Flores, Frutos, Hojas. Ya desde el concepto formal del proceso artístico yace fundamentada una dimensión inusual. Más o menos de tamaño natural son los tubos metálicos de diferente longitud, conectados con soldaduras de filigrana de 21 milímetros de diámetro. Conducida inicialmente por un segmento concebido a partir de numerosos bastones de hierro, Herta Seibt de Zinser ha explorado cinco variaciones. Sin embargo, los arcos giratorios de preciso eje permiten una multiplicidad de combinaciones.
La obra ha ido madurando lentamente, como en el famoso verso del poeta castellano Antonio Machado “se hace camino al andar”. En un ejercicio solitario, la escultora estuvo concentrada en el diario experimentar con el material específico, el fuego y el enfriamiento, la resistencia y la moldeabilidad.

Cabe indicar otro punto de vista en la depuración del trabajo, si se considera la sorprendente fuerza que sugiere a raíz de su frágil forma y la poesía de lo inalcanzable que desarrolla a pesar de su aspecto inestable. Es entonces cuando empiezan a trasponerse siluetas como velas imaginarias y a tomar forma a partir del volumen espacial. En su roce con el suelo, en su toma de posición de límites invisibles de los espacios aéreos puede experimentarse el proceso de la transformación siempre de nuevo.
Las Transformaciones de Herta Seibt de Zinser son también ecuaciones de sentido oculto sobre nuestra existencia y en tal medida son tan sencillas y exentas de pretensiones y a la vez incisivas como algunas frases de la novela El último mundo, de Christoph Ransmayr, quien ha rendido merecida reverencia a las historias de metamorfosis de Ovidio, aquéllas de dioses, de seres humanos, de planetas, animales y plantas.

“Que nada queda ni persevera en un orden eterno, sino que toda criatura -movida por el amor y la añoranza- es capaz de cualquier transformación.”

Christoph Ransmayr, El último mundo, Editorial Anagrama.
Ovidio, Metamorfosis, Versión de Ana Pérez Vega, Instituto Cervantes.

La filotaxia es un término de la botánica: una hoja se transforma por efecto de estímulos exteriores y los prototipos morfológicos se transforman durante el crecimiento y con el cambio de las estaciones climáticas.